Nadie Enseña a los Adolescentes
Aquello que no Quieren Aprender

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A diferencia de los niños, a quienes es posible atraer para que acepten lo que quieres o necesitas enseñarles, no hay manera de hacer que los estudiantes de secundaria aprendan algo que no desean absorber. Esto es cierto para cualquier tema, pero particularmente para enseñarles un idioma extranjero como el inglés. En consecuencia, su primer trabajo como profesor de inglés es hacer que quieran aprenderlo.

Debido a la inmadurez y la inestabilidad que los caracteriza, esto puede parecer un esfuerzo desalentador, y muchas personas lo caracterizarían así. Sin embargo, no lo es tanto cuando uno trata de mirar las cosas desde su perspectiva y punto de vista.

Una gran parte de la razón por la que normalmente a un alumno le gusta o disgusta una materia reside en el profesor que imparte la asignatura. Un docente que es agradable y logra presentar su tema de una manera interesante y atractiva tiene grandes posibilidades de motivar e interesar a sus estudiantes. Tiene que aprender a ver las cosas con los ojos de ellos, desde su perspectiva, y tomar eso en consideración para formar su propio criterio.

Debe desarrollar empatía, ser amable con ellos sin convertirse en su camarada. Aunque no se debe perder la posición de respeto y autoridad, se puede hacer ésta menos vertical, más cercana, la de quien se interesa por sus vidas, por cómo se sienten, por lo que piensan, por lo que les hace felices o infelices. En suma, alguien que está de su lado. Esto es particularmente importante ya que estos jovencitos están construyendo sus personalidades, tratando de pensar por sí mismos separados de sus padres.

Recuerde que, a los adolescentes, a diferencia de los adultos, les cuesta concentrarse cuando están distraídos, son menos capaces de controlar su comportamiento porque las emociones toman el control de sus actos y se enfocan más en el momento que en las consecuencias. Ellos están ocupados en la construcción de su propia identidad. Por lo general, hay una razón oculta por la que están interrumpiendo o molestando. Probablemente ni ellos mismo lo saben. No hay que condonar, pero sí indagar.

Otro punto importante, que es válido para todo tipo de alumnos, pero particularmente para adolescentes, es convencerlos, desde un inicio, que el aula es un lugar muy adecuado para cometer errores y que no es posible el aprendizaje sin incurrir en ellos. Cualquier burla revelaría, por el contrario, muy mal gusto y falta de solidaridad y no deberá ser aceptada por el grupo porque va contra ellos mismos. Conseguido esto, se habrá dado un gran paso adelante.

También en esencial considerar sus intereses en los temas que cubre en clase. Afortunadamente, las principales editoriales se están esforzando en presentar en sus libros de texto situaciones e historias que les puedan resultar atractivas. Sin embargo, no conocen a sus alumnos y su realidad. No los siga al pie de la letra, trate de lidiar con el mundo real y el entorno de sus alumnos. Al dar forma al plan de estudios, use su cerebro y experimente más que el libro de texto.

Respecto a la conveniencia o no de enseñar gramática, hay muchos establecimientos que se jactan de impartir inglés sin estudiar la tediosa gramática. Eso es un absurdo. No se puede hablar una lengua sin conocer su gramática. Los niños empiezan a aprender gramática junto con sus primeros balbuceos. Lo negativo es basar la enseñanza de un idioma en el conocimiento de una serie de reglas. A los adolescentes hay que enseñarles un punto gramatical a la vez, y como una herramienta que nos permite expresar algo con precisión, sin olvidar que la finalidad de la lengua es siempre la comunicación.

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