Es innegable que en cuanto a la enseñanza del inglés como lengua extranjera nos encontramos en un contexto favorable ya que en los últimos años ha habido una inversión estatal importante en la formación docente y en la instrucción de esta materia con el objetivo de que los estudiantes logren dominarlo y usarlo para insertarse con facilidad en el mercado laboral. Esto nos ofrece un panorama prometedor, pero a la vez constituye un reto. El mercado actual demanda docentes con un perfil que le ayude a recuperar la inversión efectuada en su preparación. ¿Estamos listos para enfrentar las exigencias del mercado?
Si prescindiéramos del romanticismo que implica el amar la educación, la realidad desnuda nos indicaría que el mercado laboral exige ciertas características para considerar a un determinado docente como el apropiado para lograr que los alumnos puedan, en un plazo no muy extenso, comunicarse en el idioma que están aprendiendo.
Ante el hecho de que los alumnos en colegios, institutos o universidades no aprenden el idioma a la velocidad —y por lo tanto, al costo— que las exigencias del mercado sugieren, éste tiende a buscar otras opciones que sí logren el objetivo. Se trata de disminuir la inversión tanto de tiempo como de dinero y energía. Si la inversión no rinde el resultado esperado, impedirá aprovechar las oportunidades que el conocer un idioma promete. Y, desde la perspectiva del inversionista, una inversión, que no rinde el resultado esperado, deberá ser evaluada y determinarse si es necesario reformar el modo de trabajo o reemplazar al componente que no consigue alcanzar el objetivo. Este razonamiento es el que podría motivar a diferentes entidades educativas a buscar opciones que ofrezcan mejores resultados con menor inversión de dinero, tiempo y esfuerzo. Esta búsqueda de disyuntivas rentables, eficaces y eficientes puede llevar a substraer del tablero de ajedrez a aquellas piezas que sólo llegan al rango de peones y no aseguran al participante un futuro prometedor.
¿Cómo evitar que nos eliminen del “juego”?
Para evitar que nos “inviten” a abandonar el juego de ajedrez, debemos alejarnos de todo aquello que nos asemeje a un peón, el cual no ofrece buenas perspectivas de contribuir al triunfo. Para ello, debemos asegurarnos de tener o cultivar lo necesario para cumplir con requisitos que no sólo nos den ventajas comparativas sino también competitivas que aseguren nuestro futuro.
Ventajas comparativas:
En líneas generales, nos permitirán obtener un empleo y permanecer en él por un tiempo determinado. ¿Y cuáles son las exigencias que nos ayudarán a obtener estas ventajas? Conocer el idioma objetivo, es decir no tener ningún problema para comunicarse en él tanto oralmente como por escrito, tener cierta experiencia enseñando por lo menos algún grupo de alumnado, que puede ser el inicial, primario o secundario, o tal vez el nivel básico, intermedio o avanzado. Esta experiencia podría ser una prueba de que manejamos alguna metodología para lograr que los alumnos aprendan el idioma. Estos requisitos son los indispensables para insertarse en el mercado laboral de la enseñanza del inglés. Aunque tener sólo éstos no evitará que seamos eventualmente retirados y reemplazados por otros docentes que ostentan, además de las mismas cualidades, otras que los distinguen.
Ventajas competitivas:
Estas son aquéllas que nos ayudarán a sobresalir y a hacernos más necesarios. Para tenerlas debemos buscar una diferenciaciónentre nosotros y los demás docentes que también conocen el idioma, tienen experiencia o son nativos de éste. Debemos buscar ofrecer algo único, original y novedoso. Debemos darle un valor agregado a nuestro conocimiento y pericia. Docentes que cuentan con una ventaja competitiva son aquellos que, por ejemplo, han seguido estudios de maestría, dominan la tecnología y la aprovechan para maximizar los momentos de aprendizaje, pueden enseñar un curso especial como la preparación para exámenes internacionales, o pueden identificar con facilidad los problemas de aprendizaje que sus alumnos presenten y poseen la capacidad para orientarlos en la superación de esas dificultades. Otras características importantes son tener un nivel de inglés avanzado (C1, C2 en el Marco de Referencia Europeo*), ser emprendedores y no esperar que los cambios se den solos, ser camaleónicos y adaptarse a las necesidades emergentes. Finalmente, este tipo de maestro, entre otras cosas, considera que nunca deja de aprender y, como consecuencia, innova y genera sus propias condiciones para asegurar su desarrollo a lo largo del tiempo. De esta manera, prevé factores internos y externos que podrían entorpecer su desarrollo continuo.
Preguntémonos: ¿Mis ventajas son sólo comparativas o ya estoy empezando a desarrollar las competitivas? ¿Cuánto tiempo más podremos seguir siendo piezas importantes en el proceso educativo? ¿Podemos y queremos mejorar nuestra vida laboral?
¿Qué conductas debemos adoptar para abrazar los cambios y evitar ser reemplazados?
Comparte ideas sobre qué otras estrategias debemos aplicar para asegurar nuestra participación en este “juego de ajedrez” y llegar al punto en que podamos trastocar nuestra condición de peones, cambiar roles y convertirnos en reinas (o reyes) que dominan el juego.
BIODATA
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