¿Quién lleva la batuta en las clases virtuales? ¿Se han trocado los padres en docentes?

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Ya vamos a cumplir un año, a mediados de marzo, desde que el gobierno peruano decidió el cierre de todas las instituciones educativas, tanto públicas como privadas, y la educación se tuvo que tornar virtual, para desasosiego tanto de alumnos como de maestros, que no estábamos habituados ni capacitados para estas lides y a quienes el cambio, a unos y a otros, nos tomó completamente desprevenidos.

Y la misma figura, aunque con mayores o menores conocimientos tecnológicos se dio prácticamente en todo el mundo. La UNESCO dio cuenta de que mil millones de niños y jóvenes habían sido afectados por los cierres de las escuelas y universidades en 195 países. Esto transformó la vida de la gente y, especialmente, no sólo de estudiantes y docentes, sino también de padres de familia.

Los papás, quienes también debían de quedarse en casa por las cuarentenas, en muchos casos empezaron a trabajar desde casa, y se dieron cuenta de que deberían tomar un papel más protagónico en la instrucción y educación de sus hijos. Esto, en un principio, fue saludado por educadores, psicólogos y los consejeros llamados con el nombre inglés de “coaches”. En muchas ocasiones el rumbo que los progenitores adoptaron para lograrlo fue supervisar las clases a distancia de sus vástagos.

Los maestros al principio recibieron esta intervención con entusiasmo. Una profesora de educación primaria de Sullana, Piura, Suhail Gutiérrez Campoverde, escribió en una publicación local: “Como docente me siento muy reconfortada por el apoyo brindado por los padres de familia… Sin ellos la educación a distancia no hubiera tenido el éxito que hasta el momento se ha alcanzado; ellos están muy involucrados en este proceso, nos ofrecen la ayuda necesaria, nos entregan su apoyo y, por sobre todo, dan el apoyo emocional que sus hijos necesitan debido a la situación por la que estamos atravesando, escuchándolos con mucha asertividad”.

Carmen Marcet, oriunda del Perú, pero quien reside desde hace 17 años en Filadelfia, Estados Unidos, se desempeña como terapista de intervención temprana para la comunidad inmigrante y especialmente Latina, especializándose en el desarrollo del lenguaje, y la adquisición del segundo idioma.

Ella señaló en un reciente artículo: “En la tríada alumno, padre, maestro, todos tienen un papel muy definido. Mírelo como si fuera un triángulo equilátero, cada lado es igual de importante y necesario. El profesor es el encargado de preparar el contenido académico y adaptarlo a la educación virtual”.

SALTO LA LIEBRE

A pesar de estos auspiciosos inicios, los conflictos no tardarían en suscitarse. Los padres de familia nunca han sido admitidos dentro de las paredes de las aulas, excepto por invitación a una celebración especial. Ahora los tenían constantemente dentro de sus aulas virtuales y su papel no ha sido hasta ahora definido con precisión. Críticas empezaron a darse de ambos lados.

Los paterfamilias ahora presenciaban y muchas veces juzgaban las acciones de los maestros, sin importarles no tener conocimientos formales de pedagogía. Muchos se declararon disconformes con la calidad. Incluso en muchas ocasiones pidieron rebajas en las pensiones escolares, que casi siempre afectaban a los docentes, a pesar de que nosotros estábamos trabajando mucho más que antes. Una enorme cantidad de instituciones tuvieron que cerrar sus puertas permanentemente.

Los profesores por su parte resentían la intervención, mayormente materna, en las clases de niños: “Con demasiada intervención parental, muchos pequeños experimentan una redoblada ansiedad porque están bajo un estrés que uno no puede controlar”,” Hay padres que recriminan a sus hijos durante las lecciones, empujando a sus chicos a dar respuestas correctas o quejándose porque a sus hijos no los toman en cuenta lo suficiente”, “No se dan cuenta de que las tareas son sólo para los niños”, “Los padres demasiado involucrados ponen en riesgo la independencia y resiliencia de los pequeños”.

Y es que, en realidad, particularmente para niños de inicial y primaria y sus maestros la dinámica de la clase ha cambiado substancialmente sabiendo que hay un padre o madre escuchando. La seguridad que brinda el aula a los chicos para equivocarse y aun bromear, desaparece ante los padres extra exigentes o que demandan a sus chicos que superen a sus compañeros. La manera en que docentes y alumnos se relacionan queda distorsionada al saber que alguien más los está escuchando. Al mismo tiempo los propios padres se dan cuenta que los maestros tienen la oportunidad de ver cómo se comportan ante sus hijos.

En inglés existen dos expresiones para llamar a este tipo de padres: “helicopter parenting” (crianza de helicóptero) que se refiere a aquéllos que observan desde lo alto supervisando cada acto de sus hijos, y “lawnmower parenting” (crianza de podadora) que apela a los padres que tratan de remover anticipadamente cualquier obstáculo que pudiera aparecer en la vida de sus críos. En ninguno de ellos es positivo para los niños porque no se preparan para enfrentar la vida. Claro que es natural que sientan frustración al ver padecer a los niños para acostumbrarse al nuevo entorno. Pero ellos tienen la capacidad de adaptarse rápido.

PONIENDO LAS COSAS EN PERSPECTIVA

Farisshta Dastur Mukerji, una psicoterapista de ese país comentó que la batuta de la clase ha cambiado del profesor al padre de familia. Skin embargo, en algunas partes del mundo las escuelas han tomado acción decidida al respecto. Por ejemplo, en ese país los profesores están diciendo directamente a los padres que no intervengan en el contenido de las clases. Incluso en una escuela llamada Newton School, los maestros que sienten que algún papá o mamá interviene más allá de dar soporte tecnológico a los niños, toman nota y la directora les envía un correo electrónico llamándoles la atención. ”Tratamos de no avergonzar a los alumnos amonestando a los padres delante de sus compañeros”, comentó ella.

Sabemos ya que por lo menos el primer semestre seguirá siendo a distancia y quizás hasta el segundo. Debemos negociar con los padres de familia y establecer cuál debe y cuál no debe ser su participación. Si hay demasiado monitoreo (helicopter) o interferencia (landmower) de parte de los padres sufrirá la autoconfianza de los niños. Se trata de desarrollar en ellos la capacidad de expresarse por sí mismos y desarrollar sus habilidades de socialización, para lo cual es mejor que los padres tomen un poco de distancia. Es también nuestra labor hacer que tomen conciencia de ello, ya que sólo quieren el bien de sus hijos. Ya no somos nuevos en esto, pongamos el debido orden.

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