Marzo de 2020 será recordado como el mes en que nuestro paradigma se rompió y todos los docentes nos vimos forzados a salir de nuestra “zona de comfort”. En un tiempo muy corto debimos hacer una transición al medio de instrucción totalmente virtual; mientras nos recuperábamos de la sorpresa, nos dábamos cuenta de que las exigencias eran muy diferente. Hoy, a un año y medio de este radical cambio, podríamos afirmar que hemos cambiado. En este artículo reflexiono sobre los tres aspectos que configuran un nuevo perfil docente que ha llegado para quedarse.
Aspecto tecnológico
Probablemente a estas alturas ya parezca una obviedad hablar sobre esto, pero considero que es difícil poner en palabras el replanteamiento tan profundo que ha ocurrido en cuanto a nuestro conocimiento y uso de la tecnología. El nuevo docente de idiomas no solo sabe hacer presentaciones para sus clases o conoce las bondades de un libro digital, sino que también tiene un significativo conocimiento empírico de plataformas de gestión del aprendizaje, plataformas para clases sincrónicas y sus respectivas ventajas e inconvenientes, además de aplicativos y funcionalidades que permiten reducir la brecha entre un aula digital y una presencial, e incluso con algunas ventajas, como el monitoreo cercano y la retroalimentación casi inmediata. Mención especial merecen aquellos docentes que tuvieron y aprovecharon la oportunidad para capacitarse formalmente en dichas herramientas, pues muy probablemente han descubierto nuevos rumbos en su carrera docente además de convertirse en referente para otros colegas cuya adaptación al medio digital no haya sido tan rápida o sencilla.
Aspecto metodológico
Todo lo antes descrito es ciertamente maravilloso y probablemente sea el aspecto que más ha llamado la atención de los docentes de lenguas. No obstante, su efectividad en el proceso de enseñanza-aprendizaje es cuestionable si es que no viene acompañado de un replanteamiento metodológico. Una sesión virtual, sin duda alguna, es muy diferente a una presencial. Si bien se mantienen los típicos tres momentos de las diversas actividades, el nuevo docente tiene la gran responsabilidad de fomentar la autonomía del estudiante, de motivarlo a trabajar en sus habilidades incluso cuando no hay cámaras encendidas y por ende no existe una supervisión física constante. Las sesiones de aprendizaje deben estar orientadas a la generación de evidencias de trabajo continuo que, al fin y al cabo, les ayuden a lograr las diversas competencias relacionadas con la lengua extranjera. La retroalimentación de los pares y del docente se vuelven aliados imprescindibles para que los estudiantes perciban su avance y estén conscientes de los aspectos que aún deben fortalecer.
Aspecto formativo
El nuevo docente deberá tener muy en cuenta su rol como formador de personas, más allá de instructor de lenguas. Los docentes solemos hablar mucho de aquellos estudiantes que son reacios a encender la cámara, de aquellos que abandonan las sesiones aunque parezcan estar presentes, o aquellos que fingen estar atentos cuando en realidad están dedicándose a otras actividades. ¿Podríamos tener un rol transformador en estas situaciones? Nuestro ejemplo y nuestra actitud ante esta problemática podría generar consciencia entre los estudiantes de que, muy probablemente, el contexto para muchas situaciones comunicativas será virtual, por lo que habrá que observar una serie de nuevos modales. ¿Será considerado correcto parecer totalmente ausente? La naturaleza interactiva del ser humano me hace pensar que no, que igual buscaremos tener algún tipo de contacto. El nuevo docente debe ser el gestor de esta nueva ciudadanía digital.
Interesante artículo, felicidades!
Pero considero que para que el docente sea gestor en este nuevo panorama será necesario que se planteen reformas educativas. Por ejemplo la inclusión de las competencias digitales y disminuir la brecha digital. Son temas necesarios en un mundo donde conocimiento está digitalizado.
Saludos
Muchas gracias por leernos. Efectivamente, es importante priorizar el desarrollo de competencias digitales tanto de estudiantes como docentes.
Como afirmas marzo del 2020 fue un parte aguas en la labor educativa, tuvimos que abrir nuestras redes de comunicación y aprender que existían otras formas de acercamiento para dar clases. Marzo, abril, mayo, junio y parte de julio tuvimos que estar mas cerca de las labores docentes, estando cerrada la escuela. Se convirtió en un 24/7, llamadas de padres pidiendo asesoría sobre tareas, del director que tomaras cursos que salían hasta por debajo de las piedras, pero todo eso conformó el compromiso docente de prepararse para estar a la altura de las circunstancias que nuestros alumnos continuaran avanzando, que no se rompiera la cadena de conocimientos adquiridos.
Ya que aprendimos a usar la tecnología, ahora tenemos un compromiso mayor continuar aprovechando las plataformas educativas y que el estudiante maneja estos instrumentos para su desarrollo educativo.
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