Educación: Único Camino al Desarrollo

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A lo largo de la presente serie de artículos, analizando la problemática de la docencia de idiomas en el país, y en particular la de inglés, hemos podido darnos cuenta que, a pesar del aparente optimismo de las autoridades gubernamentales, no se dispone del elemento docente capaz de convertir al país en bilingüe, en cuanto al dominio general del español y el inglés, para el año del bicentenario como prometieron.

Se han implementado las lecciones de inglés en los planteles del estado e incrementado en general las horas de estudio de esta lengua en los colegios en general, lo que hace necesario un incremento substancial en las filas de los maestros. Sin embargo, hemos visto que de los 15,000 profesores de inglés ejerciendo en la actualidad, sólo el 27% cuentan con la certificación respectiva. Y el número no se está incrementando substancialmente.

También se nos hizo notar que las universidades del país tienen una oferta formativa al respecto muy limitada. Y, por otro lado, el número de postulantes es bajo, lo que no crea incentivos en los centros universitarios de ampliar y profundizar los estudios al respecto.

En general existe la idea que para enseñar un idioma sólo basta entenderlo. Esto constituye un error garrafal. El docente debe conocerlo profundamente (más que el nativo común y corriente de esa lengua) y además tener conocimientos extensos de metodología de la enseñanza lingüística. En nuestro país se señala como requisito el nivel B2, que en realidad es muy bajo para un maestro. Pero resulta que la mayoría de los docentes sólo cuentan con el A1, que es el de los principiantes.

En nuestra nación el 70% de las empresas requieren a sus postulantes para ser contratados un manejo racionalmente eficiente del inglés, de modo que la demanda de aprendizaje existe. ¿Por qué entonces los graduados de secundaria de los colegios no lo consideran más seriamente como una posible carrera?

Analicemos un poco la situación de los maestros. En primer lugar, existe la injusta tendencia de no considerarlos al mismo nivel profesional de los demás profesionales. Aquéllos que sí estudiaron un bachillerato en una universidad, o con mayor razón una maestría o un doctorado, están al nivel de cualquier otro profesional de cualquier otra carrera.

El problema es que los salarios están determinados más bien por la mayoría, por los no graduados. Lo mismo sucede con las otras condiciones de trabajo. De manera que los graduados en educación están en franca desventaja frente a los graduados en otras profesiones. Es más, en una muy gran parte de las instituciones educativas las leyes laborales no aplican, especialmente para los docentes de idiomas, ya que se les contrata por horas: Ni vacaciones, ni CTS, ni pago en días feriados. Y si quieren despedirlos, no tienen que hacerlo. Basta con no asignarles clases.

Claro que no todas son desventajas. Por ejemplo, en muchas instituciones educativas, particularmente colegios, ofrecen becas para los hijos de los docentes. Esto constituye un muy interesante ingreso adicional. Además, los profesores pueden dividir su tiempo laborando en varios lugares y algunas veces tienen oportunidad de recibir cursos para elevar sus conocimientos, pero esto ocurre también en la industria y el comercio.

También hemos visto que la tecnología, el llamado “machine learning” está ya dando mejores oportunidades de aprender, pero que no reemplazarán a los maestros, sino que son herramientas útiles. Sólo los docentes estamos capacitados para desarrollar a los alumnos académica, social y emocionalmente.

De manera que es una verdadera necesidad para el gobierno y la sociedad cambiar el trato que damos a los maestros si de veras queremos entrar al desarrollo.

Ahora opine usted…

¿Debe ser suficiente motivación para ser maestro el deseo de compartir conocimientos?

¿No es la educación el principal motor para que el país prospere? ¿Y qué hacemos al respecto?

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