Un escenario común antes de la crisis: El arrullo de la rutina propia de la operatividad cotidiana
Mis alumnos a quienes ya tengo el gusto de ver ejerciendo la docencia, me han escuchado decir reiteradamente que la rutina nunca es buena, especialmente cuando de ejercer la docencia se trata. Sin embargo, luchar contra la inercia no es simple si es que en la institución educativa en donde se labora la gestión académica no es estratégica y, por lo tanto, la innovación de los procesos pedagógicos pasa a un segundo plano. Este escenario parece arrullar a todos los miembros de la institución sumergiéndolos en la operatividad incesante propia de la labor cotidiana, lo que resulta a su vez en el adormecimiento de toda la institución. La gestión académica es el corazón de una institución educativa, pero si dicha gestión se enfoca en atender la operatividad y sus urgencias, la innovación no se dará. Lamentablemente este escenario fomenta que los docentes dejen de desarrollar las competencias necesarias para su crecimiento profesional.
En el escenario previo a la crisis eran los gestores de las instituciones educativas los llamados a propiciar y mantener en la estrategia institucional una cultura innovadora, orientada a resultados y a la mejora continua. De hecho, aquellas instituciones que han tenido una rápida respuesta durante esta crisis han sido aquéllas en donde el fomento a la innovación fue y es una característica constante de la misma estrategia institucional.
Los gestores académicos y administrativos no pueden dejar de tener un enfoque total a la innovación continua, ya que son nuestros alumnos los que cambian. Los estilos de aprendizaje propios de las nuevas generaciones requieren ser observados, analizados y aceptados. También es necesario realizar mayores esfuerzos para atender a aquellos alumnos que tienen necesidades especiales. Sin embargo, desde la gestión institucional parece permitirse con facilidad el hecho de enseñar de la misma manera en que aprendimos, creencia que en esta crisis sanitaria no ha hecho más que demorar la pronta toma de decisiones a favor de la enseñanza virtual.
A continuación, analicemos algunas características provenientes no de la labor docente, sino de la misma gestión institucional; no con el ánimo de criticar negativamente, sino para reflexionar y contribuir a que estas tendencias no se repitan y poder continuar cuesta arriba:
- La inversión en tecnología (computadoras para aulas, proyectores, etc.) se realizaba paulatinamente y en un esquema a largo plazo. En muchos casos dicha inversión obedecía a una estrategia comercial o de posicionamiento en el mercado educativo más que a un genuino interés por ofrecer una pedagogía más acorde a las nuevas generaciones.
- La institución educativa no priorizó el incorporar a su gestión académica y administrativa plataformas educativas. En plena crisis muchas instituciones educativas no contaban con ninguna de ellas.
- Cuando la institución educativa invertía en recursos tecnológicos, la inversión no corría acompañada del necesario adiestramiento del docente. No se contaba con un programa de capacitación, monitoreo y evaluación de resultados en el uso cotidiano de los nuevos recursos tecnológicos implementados, originando la lenta incorporación de su uso por parte de los docentes.
- Previamente a esta crisis, era frecuente observar por parte de los gestores de la institución una aceptación a la resistencia al cambio, mostrada en algunos de sus docentes, sin emprender acciones creativas que ayudaran a combatir tal actitud.
- La evaluación del desempeño docente se centraba, y aún se hace, en aspectos más de carácter administrativo, tales como asistencia, puntualidad, entrega de notas, participación en actividades extracurriculares, y no en la innovación de la enseñanza en el aula.
- Al seleccionar materiales de enseñanza no se priorizaron aquéllos que tenían componentes digitales.
Es de esperar entonces que en aquellas instituciones educativas en donde se han dado una o varias de estas características, la carga generada por el pase abrupto de la enseñanza presencial a la virtual ha sido asumida principalmente por los docentes.
No dudo que la crisis motivada por el COVID-19 está dejando muchas experiencias enriquecedoras de maestros que han sabido reinventarse y cuyo esfuerzo dejará frutos de renovación y cambio. Pero es desde la gestión institucional que estos cambios deben ser propiciados y fomentados de manera continua, sin que sea una crisis el factor que propulse cambios. Los docentes, a su vez, tienen que ser los primeros en velar por una cultura institucional innovadora que nutra permanentemente su desarrollo profesional.
Lecciones aprendidas durante la transición a la enseñanza virtual
- Los tomadores de decisiones de las instituciones educativas tienen la responsabilidad de promover la innovación pedagógica de manera constante, analizando el cambio en los estilos de aprendizaje propios de las nuevas generaciones. El gestor no debe permitirse, ni permitir el paso de un año a otro sin haber implementado reformas significativas orientadas al logro de una mayor efectividad del proceso de aprendizaje. De haber tenido una mirada más estratégica con respecto al uso de recursos tecnológicos, el tránsito a la enseñanza virtual, aunque retador, no hubiera desacelerado el paso de muchas instituciones educativas no familiarizadas con el uso de nuevas técnicas de enseñanza. Basta cuestionarnos lo siguiente para ilustrar este punto: ¿cuántos colegios particulares contaban con una plataforma educativa antes de la crisis? ¿Y qué pasará con la inclusión? Los alumnos con habilidades diferentes ¿son atendidos de la misma manera en esta modalidad virtual? ¿Hay algo para ellos?
- Si bien un primer paso ha sido el manejo de una plataforma por parte del docente para el dictado virtual, es necesario ahora centrarse en el empleo de una metodología apropiada para esta modalidad de enseñanza. Es indispensable que la enseñanza virtual que marcará probablemente todo el presente año académico, logre los objetivos de aprendizaje obedeciendo a los contenidos transversales que fueron trazados antes del inicio de clases. Hay que considerar además la dificultad que surgirá cuando los padres de familia retornen a sus trabajos y los hijos en edad escolar permanezcan en sus hogares.
- Para realizar una mejora continua del proceso de enseñanza-aprendizaje en la modalidad virtual es necesario incentivar la función investigadora del docente. Si en la modalidad presencial el aula se convierte en el mejor “laboratorio” para la observación, registro y análisis de prácticas educativas innovadoras (1) cuanto más necesario será el análisis continuo de resultados en la enseñanza virtual. Los docentes necesitan de espacios para el análisis continuo de la enseñanza virtual.
- La enseñanza virtual requiere de técnicas pedagógicas propias de esta modalidad. Se asume erróneamente el supuesto traslado de técnicas de la modalidad presencial a la modalidad virtual simplemente por el hecho de encender una cámara que muestre la cara del docente durante el dictado de la clase. Es necesario que cada docente destierre de su pensamiento el arraigo a prácticas que, aunque efectivas en un aula física, pueden ya no estar alineadas con los recursos tecnológicos empleados. La orientación al cambio, al cambio real que emerge de esta crisis, procede de adentro hacia afuera (2). Nuestros paradigmas de cómo enseñar pueden ser limitaciones que no nos permiten ver nuevos enfoques de trabajo.
Un tema aún pendiente: Apoyo efectivo a la labor del docente en la enseñanza virtual
- El trabajo remoto traducido en la labor virtual del docente, requiere que la institución educativa cuente con canales de soporte en el uso de los recursos tecnológicos. El soporte al docente en el uso de plataformas debe estar disponible tanto durante el dictado de clases como en las horas de preparación de las mismas.
- El docente puede sentir una invasión a la intimidad de su hogar, y todos sabemos que enseñar virtualmente nos pone “en vitrina”. No debería ser obligatorio que el docente mantenga su cámara encendida durante toda la sesión de clase como se está dando. Así mismo, es necesario que el docente sea adiestrado en el uso de aplicaciones que le permitan, por ejemplo, sobreponer su imagen a un fondo de su elección.
- Las horas laborales se deben respetar. El trabajo remoto no debe implicar trabajar un esquema 24 x 7.
- Si el objetivo es obtener buenos resultados de aprendizaje, la institución educativa debe proveer la metodología a seguir. Se asume que el docente “subirá fichas de trabajo”, asignará tareas, usará presentaciones en PPT, pero ¿hay una guía en el método? Más aún: ¿hay un intento institucional por desarrollar una metodología propia que unifique los diversos estilos de enseñanza dados en la institución de una manera efectiva?
Finalmente, así como esta crisis le ha dado un respiro a la naturaleza, espero que al término de la misma los docentes vuelvan a contar con lo que nunca se debió dejar de ofrecer: espacios de tiempo para el análisis de resultados de aprendizajes, intercambio de estrategias pedagógicas, preparación de clases, así como para la reflexión de la efectividad del método empleado. Si esto se logra, no dudo que, en la próxima situación difícil que se presente, las instituciones educativas estarán en mejores condiciones para enfrentarla.
REFERENCIAS:
(1) DICK ALLWRIGHT, KATHLEEN M.BAILEY Focus on the Language Classroom, Cambridge University Press
(2) STEPHEN R.COVEY, Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva, Paidos.
Excelente artículo, nunca más oportuno que en estos momentos.
Efectivamente, enfoquémonos en un crecimiento y desarrollo, que nos lleve a ser mejores cada día y estar siempre mejor preparados.
Muchas gracias Marita.
Muchísimas gracias Marita, por compartirnos este artículo, el cual nos permite reflexionar a donde nos ha llevado la coyuntura actual, una situación para la que nadie en el sector educativo estaba preparado.
Gracias,
Con claras y precisas pinceladas nos has pintado un panorama tan actual y desafiante en 3D o 4D… mejor diría, lo has mostrado con una de esas cámaras instaladas en los museos más importantes del mundo, que son de alta resolución y que además giran a 360° y así, nos permiten ver el TODO e inclusive hacer zoom para concentrarnos en los detalles que más nos gustan, no vemos con claridad o llaman nuestra atención.
Definitivamente esta crisis nos está dando la gran oportunidad para actualizarnos, mejorar e ir más allá de lo tan solo programado.
Nos queda mucho más por observar, modificar, renovar, innovar, actualizar, aprender y enseñar para transformar nuestras prácticas educativas y procesos de formación.
Así como estamos todos migrando vertiginosamente al entorno virtual, también tenemos que cambiar algunas prácticas tradicionales en las instituciones educativas. Necesitamos programar más espacios de diálogo, revisar mediciones, ver lo avanzado y lo que no resulta, proponer ajustes o cambios y plantear nuevas acciones que logren calar en el verdadero espíritu e interés del estudiante, pero principalmente acciones que reinvindiquen la noble labor, horas de preparación y dedicación de los maestros.
Para ello, y hoy especialmente en este escenario en medio de la pandemia mundial con sus ya estimadas consecuencias, cada institución educativa necesita y debe estar sincronizada y en sintonía para salir a flote.
Gracias Marita por compartir este interesante artículo.
Nos animas a recordar y poner en práctica la célebre frase: “lo único constante es el cambio” – Heráclito.
Y como decía mi abuelita: “todavía queda mucho pan por rebanar”.
Ánimo para todos!
Estela
#stayhome
Muy buen artículo, este nuevo entorno nos está haciendo investigar nuevos materiales para aulas virtuales, nuevas formas de interactuar con los alumnos. Sin embargo, estábamos preparados para algo así? No solos los docentes sino el entorno, me refiero a la red que se puede sobrecargar, los alumnos que no todos cuentan con los medios para poder participar, la familia que tiene que entender que las clases ahora son dentro de casa y la dinámica cambia. Sin embargo a pesar de todos los inconvenientes que podamos tener, los docentes con una visión amplia superan todos los inconvenientes y llegan a sus alumnos, logrando muy buenos resultados. El cambio se da, hay que adaptarse y sacar lo mejor de el.
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